· Lo que nuestros hijos necesitan es amor.

«Estimado Juan; Los padres de Miguel de 5 años 7 meses me consultaron el 3 de febrero del 2009, pidiéndome una segunda opinión. Su hijo había sido diagnosticado de Déficit de atención con hiperactividad habiéndosele prescripto metilfenidato (estimulante) y risperidona ( antipsicótico) para ayudarlo en su adaptación a la institución escolar. Se le diagnosticaron asimismo retraso mental y dificultades motrices. Los padres acompañaron electroencefalogramas, tomografía computarizada, estudios e informes complementarios en los que no se constataba organicidad alguna. Este niño proveniente de una zona rural había cumplido un nivel inicial de preescolaridad con una docente exclusiva para él. En 2008, lo trasladaron para ingresar al preescolar en zona urbana donde se encontró compartiendo una docente con otros 20 niños. Desde el inicio presentó dificultades de adaptación y de aprendizaje, motivos por los cuales las autoridades escolares indicaron la necesidad de consultas que condujeron al diagnóstico y a la medicación. Las autoridades escolares consideraron que debía ingresar al primer curso en condición de discapacitado. Miguel, en la finca familiar, montaba a caballo, sembraba, cosechaba y ayudaba en la matanza. Era un niño feliz y normal hasta que lo escolarizaron, lo diagnosticaron y lo medicaron. Te envío el caso para que lo incluyas en tu lucha contra la medicalización de la infancia. Mirta Guelman (pediatra)»

«Estimado Juan: He acabado de leer tu libro El niño hiperactivo. Pasé personalmente por la dramática experiencia de las consecuencias del uso de esa droga, la ritalina. Peores aún fueron las sufridas por amigos profesores cuyos hijos, al igual que mi hija mayor, fueron obligados a su consumo. Mi hija tenía 8 años y el pediatra le diagnosticó hiperactividad e indicó ritalina. En poco tiempo su carácter cambió, estaba permanentemente irritada, no dormía bien y perdió peso hasta quedar esquelética. Le quité la medicación y al tiempo recuperó la normalidad No volvió a tener problemas en su escolaridad. Te acompaño en tu batalla contra la prescripción de drogas en la infancia. Giselle.»

Cuenta Gillian Lynne que de pequeña, en el colegio informaron a sus padres que su hija no paraba quieta, molestaba la concentración de sus compañeros en sus tareas y no acababa nunca las suyas, que debía padecer de algún trastorno y que debían consultar al pediatra. El pediatra que la conocía desde su nacimiento conversó con ella, la examinó y les informó que su hija no padecía trastorno alguno, que le apasionaba el baile, que quería ser bailarina, que la llevaran a una escuela de danza. Aún no habían inventado el DSM ni el TDAH. “Mi madre siguió la indicación y entré en una escuela de baile. Era un sitio extraordinario. Allí nadie se estaba quieto, todos estaban en movimiento permanente. Acabé graduándome en la Royal Ballet School. Fundé la Gillian Lynne Dance Company, me encontré con Andrew Lloyd Weber el cual me eligió como coreógrafa. Juntos hemos sido responsables de algunas de las producciones más exitosas del teatro musical internacional como Cats y El Fantasma de la Ópera

Atiendo consulta desde la mañana hasta la noche, dirijo una escuela de psicoanalistas, superviso el trabajo de mis alumnos, publico un periódico, libros, artículos, participo y organizo jornadas y congresos, doy conferencias y cursos, mantengo una vida familiar y social regular, disfruto de fines de semana, viajes y vacaciones y vivo rodeado de amigos y colegas que mantienen actividades comparables a las mías. Me recuerdo en este tipo de dinámica hiperactiva desde que tengo uso de razón. Hoy quizás me hubieran diagnosticado de niño TDA/TDAH, me hubieran medicado y me hubieran convertido en una persona estúpidamente normal. Es posible que aún siga siendo un adulto hiperactivo.

Recuerdo la historia de un niño inglés que a comienzos del siglo pasado no soportaba estar quieto en clase, se levantaba del asiento y se escapaba a correr por los jardines del colegio, no solía atender demasiado a sus profesores, no se sometía muy pacíficamente a sus indicaciones y no solía cumplir muy disciplinadamente con sus tareas escolares. De adulto su lucidez, su entereza y su valentía nos salvó a todos de perecer bajo las garras del nazismo. Se llamaba Winston Churchill. Gracias Churchill por habernos salvado, por haber salvado al mundo del nazismo y haber liderado el camino de la democracia en el mundo. Tuvimos la inmensa fortuna de que en su época no hubieran inventado aún la Ritalina, Rubifén, Concerta, Strattera y otros nombres bajo los cuales se disfraza la cocaína pediátrica.

La sociedad neoliberal globalizada necesita evaluarnos y cuantificarnos en nuestros actos, nuestras conductas, nuestros discursos, nuestros pensamientos y padecimientos. Para ello nada mejor que aprovechar las nomenclaturas clasificatorias del DSM e irlas ampliando continuamente para responder al surgimiento continuo de fenómenos que aún no estén contemplados en las mismas. El objetivo del DSM de abarcar todo fenómeno es explícito y así lo establece en la presentación en la que especifica que: “Es imposible que la nomenclatura diagnóstica abarque cualquier situación posible. Por este motivo, cada clase de diagnóstico cuenta por lo menos con una categoría no especificada y algunas clases en particular incluyen varias categorías no especificadas”. Supongo que con el muy probable objetivo de que ninguna conducta humana escape a la posibilidad de ser diagnosticada, tratada y medicada.

Este abordaje permite a la “falsa ciencia” prescindir de toda singularidad y borrar toda la subjetividad del individuo sometiéndolo a un cuestionario “para todos”, en el que debe hacer cruces en casilleros, para luego pretender definir la generalización de su padecimiento indicando por ejemplo: siempre, frecuentemente, a veces, nunca. Cuestionario para cuya lectura no se requiere de sujeto alguno, ya que la puede efectuar el propio programa del ordenador. El sujeto es transformado así en objeto para ser diagnosticado, e incluso medicado, por otro objeto: el ordenador. El objetivo de la “falsa ciencia” al servicio del poder es la eliminación de la subjetividad. El sujeto es transformado en objeto destinado a ser diagnosticado, clasificado y medicado por otro objeto.

Lisa Cosgrove, psicóloga de la Universidad de Massachussets, y Sheldon Krimsky, profesor en la Universidad Tufts, realizaron un estudio publicado bajo el título de Nexos Financieros entre los Miembros del Panel del DSM-IV y la Industria Farmacéutica. El estudio reveló que todos los “expertos” del panel sobre trastornos de la personalidad del DSM, sin excepción alguna, tenían vínculos económicos-financieros con la industria farmacéutica. Y que en 2003 la industria farmacéutica le había pagado a la revista de la American Psychiatric Association 7,5 millones de dólares en concepto de publicidad, y que esa cantidad había sido incrementada en un 22% hasta llegar a la suma de 9,1 millones de dólares en 2004.

No existe un enfoque psicoanalítico del TDA/TDAH por cuanto los psicoanalistas consideramos que ese diagnóstico carece de toda seriedad y validez. Es un cómodo saco descriptivo en el que caben todas las conductas habituales de cada uno de nosotros. En mi libro El niño hiperactivo incluyo los cuestionarios más habituales que se utilizan para establecer este diagnóstico y puede comprobarse que quien, por sus respuestas, no pueda ser incluido por déficit de atención puede entonces ser diagnosticado de hiperactivo. Esta posición psicoanalítica ha provocado las campañas, pagadas por la industria farmacéutica, calificándonos de profesionales no acreditados y activistas antimedicación . Gran parte de los psicoanalistas no nos sometemos a la inconsistencia de las rígidas pautas del DSM-IV y en cambio intentamos escuchar la versión de los padres y el discurso del niño y observamos sus formas de comportarse, a partir de lo cual intentamos descifrar el porque el niño puede tener ciertas manifestaciones. No consideramos válidas las clasificaciones y etiquetas totalitarias masificadoras que pretenden imponernos la neurobiología, la psiquiatría y las Terapias Cognitivo Conductuales.

«Según denuncia el British Medical Journal, la publicación médica oficial británica, todos los procesos normales de la vida, el nacimiento, el envejecimiento, la sexualidad, la infelicidad y la muerte pueden someterse a permanente medicación (British Medical Journal nº 324. Londres 2002). En inglés este fenómeno ha recibido el nombre de disease mongering que en castellano podría traducirse como “tráfico de enfermedades”. El cansancio, el mal humor, la desgana, la falta de concentración, la timidez, la inapetencia sexual, la impaciencia, las dificultades para relacionarse con la gente, las crisis familiares y religiosas, internet, las consolas, la play station pueden recibir una descripción terminológicamente médica y ser diagnosticadas como enfermedades para las cuales hay indicación del correspondiente fármaco. Este es el objetivo del DSM-IV y de uno de sus inventos: el TDA/TDAH.»

No existe un enfoque psicoanalítico del TDA/TDAH por cuanto los psicoanalistas consideramos que ese diagnóstico carece de toda seriedad y validez. Es un cómodo saco descriptivo en el que caben todas las conductas habituales de cada uno de nosotros. En mi libro El niño hiperactivo deficit.de.atencionincluyo los cuestionarios más habituales que se utilizan para establecer este diagnóstico y puede comprobarse que quien, por sus respuestas, no pueda ser incluido por déficit de atención puede entonces ser diagnosticado de hiperactivo. Esta posición psicoanalítica ha provocado las campañas, pagadas por la industria farmacéutica, calificándonos de profesionales no acreditados y activistas antimedicación . Gran parte de los psicoanalistas no nos sometemos a la inconsistencia de las rígidas pautas del DSM-IV y en cambio intentamos escuchar la versión de los padres y el discurso del niño y observamos sus formas de comportarse, a partir de lo cual intentamos descifrar el porque el niño puede tener ciertas manifestaciones. No consideramos válidas las clasificaciones y etiquetas totalitarias masificadoras que pretenden imponernos la neurobiología, la psiquiatría y las Terapias Cognitivo Conductuales.

Es hora de profundizar y aumentar la denuncia de estos fraudes y mentiras que incrementan desmesuradamente las ganancias de la industria farmacéutica y sus cómplices a expensas de la salud, la vida y la economía de la población en su conjunto. Lo hacen, por ejemplo, mediante la administración y consumo masivo de ISRS (Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) para incrementar los niveles equilibrados de presencia activa de serotonina en las sinapsis de las áreas neuronales implicadas. Los estudios e investigaciones realizados indican que lo que determina naturalmente desde su inicio los niveles equilibrados de presencia activa de serotonina es una infancia serena, equilibrada, atendida y estimulada. Durante ese período el cerebro tiene plasticidad. Las neuronas se conectan unas a otras en parte por influjo de la serotonina. Su disminución incrementa los niveles de ansiedad, angustia o estrés desde la infancia. Y también incrementa la posibilidad de que esta angustia se exteriorice a través de todas las manifestaciones sintomáticas que se pretenden suprimir luego artificialmente mediante los ISRS.

Rubifén (Ritalina), Concerta, Strattera y ahora también Prozac. La falta de escrúpulos de muchos funcionarios y de muchos médicos no tiene límites. El prospecto, que incluye el envase de Rubifen, confeccionado por el laboratorio que lo fabrica, indica como posibles efectos secundarios: sequedad de boca, vértigo, dolor de cabeza, insomnio, náuseas, nerviosismo, palpitaciones, reacciones cutáneas y alteraciones de la presión arterial. Según algunos estudios, puede llegar a producir la muerte súbita del niño. Un dechado de virtudes. El mismo prospecto indica que no debe administrarse a niños menores de 6 años y advierte a su vez de que su uso puede generar dependencia de tipo anfetamínico.

«Está comprobado que el Prozac afecta prácticamente todos los sistemas del organismo: nervioso, digestivo, respiratorio, cardiovascular, músculos y huesos, urogenital, piel y apéndices. Sus efectos secundarios incluyen sobre todo alteraciones de la visión, palpitaciones, manía/hipomanía, temblores, síntomas gripales, arritmia cardiaca, dolores de espalda, urticaria, sudores, náuseas, diarrea, dolores abdominales y pérdida del deseo sexual. Entre sus efectos menos corrientes se encuentran el comportamiento antisocial, visión doble, pérdidas de memoria, cataratas o glaucoma, asma, artritis, osteoporosis, sangrado estomacal, inflamación renal e impotencia, aunque muy rara vez también produce “sueños anormales, agitación, convulsiones, delirios y euforia. Durante la retirada del fármaco se requiere una cuidadosa supervisión, ya que se pueden descubrir casos de depresión grave, así como los efectos del exceso de actividad crónica”. Hay numerosos informes sobre casos de suicidio tras la retirada del fármaco (Journal of The American Academy of Children & Adolescent Psychiatry, 1987; 26: 56-64).»

El malestar del ser humano es señal de alarma de su psiquismo de que hay algo de lo emocional que debe afrontar y resolver y que se manifiesta como ansiedad, angustia, depresión y estrés, en sus diferentes denominaciones, y es lo que provoca la disminución de la presencia activa de serotonina que es un regulador de una extensa gama de funciones psíquicas y orgánicas que influye en el sueño, en los estados de ánimo, las emociones, los estados depresivos, todo tipo de desequilibrios mentales, el funcionamiento vascular, el de las vísceras y los músculos, la frecuencia del latido cardíaco y regula la secreción de hormonas, por ejemplo la del crecimiento. La propuesta del psicoanálisis es dirigirse a las causas de la ansiedad, angustia o estrés, lo cual permite que puedan volver a restablecerse niveles normales de presencia activa de serotonina. Intentar resolverlo recetando ISRS (Inhibidores selectivos de los receptores de serotonina) es como intentar eliminar el miedo con un inhibidor de adrenalina. Sería una auténtica locura. El diagnóstico del TDAH y medicar esta inventada enfermedad con Rubifen, Concerta, Strattera o antidepresivos es también una auténtica locura.

El malestar del ser humano es señal de alarma de su psiquismo de que hay algo de lo emocional que debe afrontar y resolver y que se manifiesta como ansiedad, angustia, depresión y estrés, en sus diferentes denominaciones, y es lo que provoca la disminución de la presencia activa de serotonina que es un regulador de una extensa gama de funciones psíquicas y orgánicas que influye en el sueño, en los estados de ánimo, las emociones, los estados depresivos, todo tipo de desequilibrios mentales, el funcionamiento vascular, el de las vísceras y los músculos, la frecuencia del latido cardíaco y regula la secreción de hormonas, por ejemplo la del crecimiento. La propuesta del psicoanálisis es dirigirse a las causas de la ansiedad, angustia o estrés, lo cual permite que puedan volver a restablecerse niveles normales de presencia activa de serotonina. Intentar resolverlo recetando ISRS (Inhibidores selectivos de los receptores de serotonina) es como intentar eliminar el miedo con un inhibidor de adrenalina. Sería una auténtica locura. El diagnóstico del TDAH y medicar esta inventada enfermedad con Rubifen, Concerta, Strattera o antidepresivos es también una auténtica locura.

LO QUE NUESTROS HIJOS NECESITAN ES AMOR«Mi lucha es también una lucha política cuyo objetivo es fortalecer un movimiento ciudadano que pretende que no se drogue a los niños con fluoxetina, ni con paroxetina, ni con metilfenidato, ni con ninguna sustancia que pueda producirles más riesgos y más reacciones adversas que beneficios comprobados. Nos queda el recurso de la desobediencia civil. La crianza amorosa de los hijos, la estimulación temprana, la paciencia, la actividad lúdica, la luz del sol y la ingestión de carnes, huevos y quesos, estimulan la producción de la serotonina indispensable para una buena calidad de vida y la formación de nuevas neuronas, con más eficacia que con la ingestión de medicamentos y sin ninguno de los graves síntomas adversos que estos provocan. Debemos tener claridad que lo que necesitan nuestros hijos es amor.»

El malestar del ser humano es señal de alarma de su psiquismo de que hay algo de lo emocional que debe afrontar y resolver y que se manifiesta como ansiedad, angustia, depresión y estrés, en sus diferentes denominaciones, y es lo que provoca la disminución de la presencia activa de serotonina que es un regulador de una extensa gama de funciones psíquicas y orgánicas que influye en el sueño, en los estados de ánimo, las emociones, los estados depresivos, todo tipo de desequilibrios mentales, el funcionamiento vascular, el de las vísceras y los músculos, la frecuencia del latido cardíaco y regula la secreción de hormonas, por ejemplo la del crecimiento. La propuesta del psicoanálisis es dirigirse a las causas de la ansiedad, angustia o estrés, lo cual permite que puedan volver a restablecerse niveles normales de presencia activa de serotonina. Intentar resolverlo recetando ISRS (Inhibidores selectivos de los receptores de serotonina) es como intentar eliminar el miedo con un inhibidor de adrenalina. Sería una auténtica locura. El diagnóstico del TDAH y medicar esta inventada enfermedad con Rubifen, Concerta, Strattera o antidepresivos es también una auténtica locura.

Deja un comentario